10/30/2007

yo fui una hormiga sexual

¿Quieres bailar? ¿Quieres un cigarrillo More? Quizá pensaba que a través de esos vinilos a 45 revoluciones por minuto llegaría antes al sexo con una de esas hembras gilipollas que no me hacían ni caso.

Lo cierto es que creo que el verano de 1980 siguió la misma tónica. Y eso que había pasado todo un año almacenando hits (de los auténticos y de los falsos). El Funkytown de Lipps Inc. fue la banda sonora de mi miseria sexual adolescente. La acompañaban Viola Wills o Diana Ross. Así que a finales de ese año supongo que mi unión para con Pachá o Playboy (discotecas del pueblo costero donde languidecía) estaba tocando a su fin. También mi compra indiscriminada siguiendo los criterios de la radio fórmula. Creo que algo tuvo que ver que un compañero de clase pasara ese verano en Londres y regresara poseído y con sus alforjas cargadas de punk y New Wave.

Yo no sé muy bien cómo llegué hasta él, supongo que escuchando la radio (al fin y al cabo eran CBS), pero la cosa es que en algún momento indeterminado de finales de 1980, cuando se lanzó el disco en España, compré King of the Wild Frontier de Adam and the Ants. Mi primer elepé. Recuerdo perfectamente ese día. De hecho, un testigo de Jehová maricón me paró por el camino de regreso y me preguntó si creía en Dios y que qué disco me había comprado. Creo que fue una advertencia divina. Si sigues por ahí llegarás a las drogas y te adentrarás en un mundo de alcohol y vómito. Yo seguí mi camino.





Adam and the ants significaron la ruptura con el pasado. Si yo era una rata de biblioteca y una rata de discoteca, lo lógico es que fuera también una rata melómana. Yo, gilipollas como era (y soy) debía ser diferente, estar por encima del vulgo. Y fíjense ustedes que cosa, Adam and the Ants, con su punk apopado, sus chillidos tribales y holliganescos (muy de los Pistols, por cierto) y su poderío rítmico a base de dos semibaterías, lo encarnaron. Devo, B-52’s, Siuxsie y The Clash les siguieron, pero eso es otra historia. Aunque ojo, no se me despisten, yo seguía siendo un arrastrado tipo sin criterio. Pero en mi mente esos tipos pintarrajeados que mezclaban la gloria del pirata con la estética apache marcaban la diferencia.

Lo cierto es que al ritmo de Sex music for ant people dí un paso de gigante hacia la nada elitista (que manda huevos), fui al concierto y todo, y para mí lo fueron todo durante un par de meses o tres. No sé si fue gracias a esa tremenda transformación que hasta me saqué novia. La hermana (algo mayor) de un compañero de clase (presuntamente gay). Las hermanas eran mi gran especialidad, no olviden que yo seguía siendo un miserable sexual. No sé si el hermano presuntamente gay se me quería follar, pero yo acabé jugando al petting con su hermana durante medio año. Podría definir esa relación como un morreo que duró medio año. A ella le gustaba Ana Belén y a mí Adam and the Ants, así que mucho futuro no había. Tampoco llegué a follar, aún, pero sí conseguí magrear, meter mano y que me tocaran la polla. Yo fui una hormiga sexual. Dog Eat Dog.


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